La mayoría de pastos desde que se adapten al clima son buenos. Lo importante de cada uno es considerar y aprender su manejo, frecuencia de corte es importante. Pero ninguno de ellos sirve si la tierra no proporciona los nutrientes necesarios. Análisis de suelo primero, enseguida abonar con la frecuencia que determine el especialista y tercero hacer con cierta regularidad los exámenes bromatologícos del forraje para determinar la calidad real que se esta obteniendo. Hay muy buena experiencia con aplicativos de abonos foliares para corregir deficiencias. Sembrar maíz y cortarlo a punto de mazorca es tal vez el mejor forraje verde que se pueda dar pero implica un manejo cuyo costo se ve remunerado por la condición corporal, la energía y la reducción significativa de consumo de concentrados. Los pastos que permiten henifican como la estrella el pangola y otros son susceptibles de programación de su cosecha y de almacenamiento con la ventaja de estar abastecido durante la escases por ausencia de lluvias. Cuando los pastos lo permitan, para mejorar su proteína se deben asociar con leguminosas y cuando no lo permiten, es prudente cultivar aparte bancos de proteína para mezclar con la graminia en la picadora o en las mallas de heno. Una ración de 70% de pasto y 30% de leguminosa es ideal.
