Conocí un potro confinado que sufría de esa manera su mente inundada, impresionado y precipitado, el que le cuento no solo sudaba si no que ya estaba dañandose el lomo pues su defensa era destaparse a todo acercamiento del humano, mi conclusión, desconfianza en la relación, fue un trabajo terapéutico el que se le dio y listo, un potro relajado desde la confianza y se recomendó no recordarle la defensa adquirida.
Saludos
Fernando