En un caballo jamás hay maldad, solo reaccionan con su instinto y ante lo aprendido.
Muy triste, todos los que estamos cerca de los caballos tenemos la obligación de enseñar, que aunque el caballo es siempre noble, sus miedos, su tamaño y su poder desbordan nuestra resistencia física, si estamos desprevenidos o en el lugar equivocado, el menor movimiento del equino nos puede lesionar gravemente, y como en este caso la muerte. Si se tiene conciencia del comportamiento del equino y se actúa en concordancia, este nunca debe representar peligro.
Carlos Mejía