Personaje muy querido y simpático, proporcionaba alegría con sus relinchos perfectos y sus apuntes eran siempre inteligentes y asociados a la fiesta del caballo. Siempre me impresiono la distinción y altura con la que vendía esas deliciosas obleas, lo hacía con mucho *****, vestido impecablemente, se relacionaba con todo el mundo de tu a tu, nunca le vi genuflexiones con los poderosos, no se dejaba de nadie y a todos trataba por igual, con todos tenía su sitio. Así lo recordaremos. Mis condolencias para su familia.
Carlos Mejía