Nuestro país está lleno de corrupción en todas las esferas de poder y no por eso nos vamos a ir lanza en ristre contra nuestra querida Colombia, cosa distinta es la firmeza que deberíamos tener todos para atacar con valor y decisión ese cáncer perverso de la corrupción.
Con respecto a Fedequinas debemos pensar igual. Fedequinas es nuestra organización, por más que esté o haya estado en manos indeseables. Acusar y buscar el castgo de la Ley, para esas personas que teniendo la responsabilidad de liderar un gremio que busca sobrevivir en medio de nefastas condiciones e influencias, solo piensan en su beneficio y sus torcidos intereses, tendría que ser un propósito de todos. Tapar ahora, que hemos logrado que salgan a flote las irregularidades que estamos viendo, es generar la mayor salvaguarda para que sigan haciendo de las suyas, se darán cuenta que este gremio es flojo, que no entiende cuales son los derechos inalienables, y que se deja vapulear y amedrentar por los poderosos.
Tenemos que afrontar con dignidad las responsabilidades que le caben a la agremiación, todos somos responsables por la dirigencia que hemos tolerado. Pero por sobre todo, se requiere firmeza para que logremos que los responsables paguen por sus desafueros.
Y eso no es atacar a Fedequinas, eso, así cueste, es defenderla a toda costa.
Insisto en que la Junta Directiva tiene la palabra, ellos deben poner el tono y señalar el rumbo, su transparencia y determinación tendrán mucho que ver con cuanto cuesta todo esto, si se deciden por el ¡TAPEN, TAPEN!, nos dejarán a los agremiados la responsabilidad de la acción, y si no lo entendemos, deberemos sufrir la ignominia de nuestra debilidad y de la falta de carácter y de valor civil.
Carlos Mejía