Tomado patrocinadoresRevista Fedequinas:
¿Por qué le dicen “ElBrujo”?
Jairo Ortiz: Es un apodo que, a decir verdad, no me cae muy bien. Algún imprudente lo empezó a usar como eufemismo de mi trabajo y mi empírico título profesional. Yo dediqué mi vida a transformar el comportamiento humano con la ayuda del sentido común y a estudiar los fenómenos de percepción extra sensorial. De ahí la tenebrosa palabrita que nada tiene que ver con la verdad. …Y ¿qué puedo
Hacer para evitarlo? Eso sí, debo decirlo, así me llaman mis amigos de confianza.
No toda la gente sabe, en el mundo de los
caballos, quién es Jairo Ortiz Tovar. Pero
si hablamos de “El Brujo”, todos saben de
quien se trata. No fue fácil convencerlo de sentarse
a dialogar con la Revista Fedequinas. Una de las
características de su multifacética personalidad es su
profunda discreción y su inmenso amor a los caballos,
que son sus consentidos, y a quienes ha convertido en
parte de su familia. Así contestó a la revista, el hijo
de don Gonzalo Ortiz, uno de los más prestigiosos
caballistas, en esa región de excelentes caballistas, como
lo es Pitalito, su tierra natal.
Estas fueron las respuestas de Jairo Ortiz, presi-
dente y director de la Corporación Equina Criadero
La Quinta Real.
RF: ¿Por qué un estudioso del poder mental se
mete en ese mundo?
JO: Yo diría que más bien que el mundo del caballo
se metió en mí. Yo no había nacido cuando en casa ya
estaban los caballos como parte de la familia. Era el
sustento y la diversión que nos ayudó a sobreponernos
en los tiempos difíciles. Mi padre era un veterinario
autodidacta, con énfasis en la especie equina. Buen
montador, buen adiestrador y partícipe de exposiciones
regionales. Mi padre siempre olía a productos veteri-
narios, a sudor de caballo, siempre iba y venía en sus
lomos y jamás dejó los atuendos típicos de un buen
caballista: el sombrero, la fusta o perrero y su poncho,
que lo identifcaba a la distancia.
RF: En particular usted, señor Brujo, perdón,
Sr. Ortiz… ¿Cómo entra al moderno mundo de
los caballos?
JO: Igual. Fueron los caballos los que me pusieron
en ese nivel, no muy favorable, pues todos saben que
ellos nos dominan más que las mujeres y cuestan más
que los mismos hijos. Mi hermano Edgar Ortiz, sí
se dedicó de tiempo total, en cuerpo y alma, a ellos.
Muchos caballistas reconocen que él ha tenido uno
de los mejores criaderos en los Estados Unidos y es
uno de los que más caballos de Paso Fino ha vendido
en ese país. Actualmente tiene su criadero en Ocala:
United Paso Fino Horse.
RF: ¿A quién le compró su primer caballo de
buena raza?
JO: Precisamente a través de Edgar, mi hermano,
adquirí mi primer caballo con un buen pedigrí. Fue
él quien perfeccionó en mí lo que de manera ancestral
había aprendido de mi padre. Fue Edgar quien me
habló de razas y de Paso Fino, de calidad y negocios.
Ya uno metido en esa pista, solo sale si se muere. Por
supuesto que yo le puse el sentido común que todo
requiere, y en asocio con la suerte, suerte de brujo, he
logrado éxito en mi carrera como caballista.
RF: Ya que usted ha trabajado con la cábala,
¿cómo la ha aplicado a los caballos?
JO: No solamente con los caballos uso lo que en
la vida he aprendido a través del esoterismo, sino en
todo lo que hago, porque me gusta que todo tenga
sensibilidad. Le contaré una anécdota: como creo
en mi signo Aries, por haber nacido el 31 de marzo,
programé tener un reproductor que naciera esa fecha,
y crucé a la famosa yegua La Carreta, que estaba en los
Estados Unidos, hija de Caruso, hermano completo de
Contrapunto, con el caballo Nevado. Efectivamente la
cábala dio como resultado que naciera en esta fecha.
Naturalmente tuve en cuenta el cálculo matemático
para que esto se diera. De ese cruce nació el famoso
Carretero, en 1988. Lástima que nunca lo promo-
cioné y sus hijos son muy pocos. Tengo varias de sus
hijas que estoy cruzando con otros ejemplares en la