Un buen amigo de nuestros caballos, estudioso, centrado en el reconocimiento al mejor caballo de silla del mundo, dice algo así: “ Y como es posible que los colombianos se dejen meter hasta el codo en la boca, como es posible que su caballo producto de su esfuerzo y dedicación lo estén mal llamando en países tan cercanos y en publico y eso no es todo, hay algunos que hasta los apoyan ”, aprovechándose seguro de su desorden o descuido o de "su síndrome de conquistados" tal vez diría Yo, le respondí, es que un mono alto de ojos de color diferente nos parecen de otro planeta, nos baja con espejo.
Es como las definiciones o palabrotas rebuscadas para nuestra jerga equina, es de no creer ni de enumerar, otra vez parecería odioso y seguro motivo de discriminación. Queremos inventarnos lo ya inventado, la globalización del conocimiento en nosotros es para los desarrollados.
Somos producto de nuestra intuición de nuestra capacidad de adaptación a nuestro entorno y eso nos hace llamativos, de carnaval, briosos, fogosos, calidos como nuestros caballos.
Ni con el síndrome de conquistado ni con el de conquistador, sería ya el caso, cada cosa en su sitio, en el tema de “la chalanearía un arte o una ciencia” con el desinteres por ejemplo, se cae en la cuenta de lo desfigurados que estamos, convencidos que ignorando la ciencia el arte de hacer equitación, que la investigación, que la palabra filosofía de cómo hacer nuestro caballo es de locos, y eso no es nada en éste encontrar hasta veterinarios mofándose de alguna “razón” entonces la confusión trasciende fronteras, estratos, culturas, subculturas y esta enclavada hasta en nuestras facultades universitarias.
Ustedes dirán si el buen juicio es pertinente o cualquier cosa que suceda es lo permitido