El proceso
Durante los 60 y comienzo de los 70 tal vez, las categorías que se juzgaban eran:
- potros y potrancas a la cuerda de 0 a 12 meses
- potros y potrancas a la cuerda de 12 a 24 meses.
Primero se elimino la cuerda de 0 a 12 meses, y se permitió cuerda de 24 a 30 mese si no estoy mal. Luego, argumentando que la cuerda era dañina, unos con argumentos de anatomía y desarrollo, otros con argumentos de arreglo y adiestramiento, la cuerda se eliminó. Debo de cir que he visto a muchos criadores, muchísimos, mostrando animales jóvenes a la cuerda y los finos sobre pavimentos. Revisen quienes tienen tornos pavimentados en las fincas. No estoy sentando una posición, pero en estado natural, los potros y las cebras pequeñas están sometidas a un ejercicio natural y fuerte en la mayoría de los casos, ejercicio en los que sus extremidades soportan un peso proporcional al desarrollado de acuerdo a la edad.
Las competencias de caballos montados se iniciaban a los 24 meses:
- caballos y yeguas adiestradas de 24 a 36 meses
- caballos y yeguas adiestradas de 36 a 60 meses
- caballos y yeguas adiestradas mayores de 60 meses.
Las categorías estaban divididas, según decían, por cambios notorios y definidos en la dentadura, lo cual facilitaba la verificación de la edad. No se tenía en cuenta la edad en el registro y es más, en muchos casos no había registros. Fácil deducir, que un caballo que entrara en la categoría de 24 a 36 tenía que haber iniciado su proceso entre los 18 y los 20 meses de edad. Empezaron a formarse en bandada las asociaciones, se creó Fedequinas (comité coordinador como que se llamo en un comienzo) y empezó la migración hacia arriba: ya comenzaron de 28 meses los adiestrados. Un estudio presentado por un criadero del Valle demostró procesos de desarrollo óseo, cartílagos y tendones que hicieron que se cambiara la categoría a 30 meses y luego a 32. Posteriormente se argumento que en la primera categoría los ejemplares no estaban en capacidad o con la madurez de adiestramiento para estar ya enfrenados, y se solicito insistentemente que se permitiera el uso de la falsa rienda en esta categoría. Argumentos van y vienen, y los mayores opositores decían que el que no estuviera arreglado que no lo sacaran, jueces argumentaban que en los campeonatos no era viable tener en cuenta un animal aun en proceso y con falsas comparándolo con uno ya adiestrado y enfrenado y así sucesivamente. Entonces se planteo una competencia independiente y es la que existe actualmente, donde al igual que en los castrados se calificara el mejor seguido de los 5 siguientes puestos. Pero que no entraran al campeonato. Creo que el reglamento es claro y lo dice y si no lo dice, esto se argumentó: en esta categoría se tomara en cuenta la naturalidad, el adiestramiento y el manejo con soltura. Se castigaran los ejemplares apoyados y retenidos sin naturalidad. Se calificara la rienda en giros, parada y reversa, en fin lo que debe estar haciendo un potro en proceso de adiestramiento. Lo de galope se discutió mucho y era claro que no se tendría en cuenta con el rigor de los enfrenados. En resumen, debía ser un juzgamiento sub generis dadas las condiciones del proceso, de tal manera que no se exigiera al potro en esta etapa. Los potros debían salir caminando y debían quebrar o flexionar su cabeza al ser llamados a un lado desde la rienda. Desde esa época NUNCA se ha oído a un juez aportar ideas para que esta competencia realmente sea interpretada y juzgada tal como fue intencionada.
Aunque la parte económica sea criticada como argumento, la inviabilidad económica de las actividades solo las practican los que generan excedentes en otras actividades, los coleccionistas, los que se ganan las loterías y tal vez los solteros. La eliminación de la cuerda, ya afectaba el comercio y venta de ejemplares, y los criadores con necesidades normales, la trasladaron a sus aposentos. Uno de los mayores incentivos aparte del económico, es el de ver figurar y ganar a su ejemplar en una exposición, que además es de gran influencia sobre el concepto económico. Como consecuencia de ello, la competencia de proceso aporta en forma positiva a dicho incentivo. Tal como lo fue en su momento el quinto puesto ya que antes solo se calificaba hasta el cuarto, y como lo fue la categoría de mayores de 72 con la que no estamos muy de acuerdo.
La competencia de proceso no es la que hace daño a los potros. Más lo hace la falta de escuela de montadores. Algo fácil de implementar es un curso básico para montadores que se dicte en todas las regionales, y que sea desarrollado con la participación de criadores y montadores experimentados en dicho arte y con la participación de la academia; mucho discutimos los juzgamientos, pocos discutimos sobre el adiestramiento. Que cualquier montador que llegue a ofrecer sus servicios, presente su credencial nivel 1, 2 o 3 que identifique el grado de preparación de acuerdo a los cursos predeterminados para el oficio. Ahí se les estará dando la cátedra respectiva con relación al cuidado del potro durante su proceso.
Quienes defienden las alzadas basados en que el menor tamaño es requisito para la velocidad, pues tendrán que empezar sus potros a una mayor edad, pero un potro bien desarrollado perfectamente puede iniciarse de tal manera que pueda ser exhibido a partir de los 32 meses.
Si continuamos empujando las categorías hacia arriba terminaremos juzgando solo los adultos. Y si la academia, la ciencia, mediante estudios serios demuestran que eso es lo que se debe hacer, pues bienvenido. Sin éste respaldo simplemente estamos proponiendo impulsivamente que es por lo que criticamos a la Federación con relación a tantos cambios en el reglamento.
Nuestra conclusión es que el proceso debe interpretarse por parte de expositores, montadores y jueces como es y para lo que es. Que los caballos en el afán de mejorarlos con artificios y exigencias se dañan en esta categoría y en las demás también. Que el proceso para quien juiciosamente trate y cuide su caballo es una vitrina importante, es una opción de medir su producto, y una opción de participar y aportar como lo dijo alguien, a la mayor expresión de fomento como lo son las exposiciones equinas.