Entrenamiento Natural del Caballo; Los primeros pasos.
Publicado el: 03/12/2007
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Autor: Ruben Morales, entrenador especialista en Comportamiento del Caballo. Chile
Muchos entrenadores y jinetes trabajan bajo la premisa de que sus caballos están hechos para ese trabajo y nacen para ese deporte. Esto impone de antemano presión al caballo y licencias al jinete a la hora de entrenar, pues el caballo esta predestinado al rol que el propietario o entrenador le asignó.
Lo curioso se produce cuando uno ve que alrededor del mundo los entrenadores, sus aperos, costumbres y deportes cambian de forma tan extrema como cambia la geografía o la cultura y sí, los caballos también cambian, pero aún se trata de una misma especie, que en su forma de enfrentar la vida y el trabajo son esencialmente iguales.
Si tratamos de ampliar la visión y ponernos en el lugar del caballo, nos daremos cuenta lo dramáticamente diferente que puede ser para un caballo nacer, vivir y ser entrenado en Mongolia, Afganistán, Kentucky o Chile.
En cada lugar el caballo nacerá en un mundo extraño para él y vera a personas que dicen “tiene que entender...”, “nació para este trabajo...”, “esta hecho para esto”,...
Mientras en Mongolia puede transportar un clan nómade de por vida, en Afganistán puede quedar exhausto compitiendo por un cuero de Chivo, en Kentuky deberá entrar tempranamente a los partidores y en Chile madurara arreando y poniendo los pechos al novillo.
Si juntásemos a un jinete nómade Mongol con un competidor Afgano de KIRKUK, un preparador de caballos Fina Sangre y a un Corralero Chileno, quizás se mirarían entre sí, con curiosidad y pensarían ¿Qué quiere hacer este jinete con su caballo? , ¿Cómo puede usar su caballo para eso? , ¿Cómo puede usar esas monturas, esas espuelas? Y el desacuerdo definitivo seria sobre cómo enseñar al caballo.
Veremos que lo que resulta extraño para el entrenador de un país resulta correcto para el entrenador de otro país. En alguna medida cada entrenador considera correcto principalmente lo que él hace, los aperos que él usa, el concepto que él tiene del caballo y su forma de actuar como estereotipo de jinete de su localidad, mientras lo que hace un entrenador lejano le resulta ajeno y en muchos casos difícil de aceptar.
¿Difícil de aceptar?
Pero si a las personas nos resulta difícil de aceptar las costumbres y formas de entrenamiento lejanas, imagínese lo difícil que es para cada caballo entender y aceptar al entrenador que le toca, los lugares, costumbres y deportes que le tocan.
¿Cómo es posible que los entrenadores tengamos costumbres y métodos tan extremadamente diferentes para enseñar los caballos? En circunstancias que todos ellos cuentan con el mismo mecanismo de percepción, comunicación y aprendizaje. Incluso Burros, Mulas y Cebras son totalmente susceptibles de ser enseñados con los métodos de entrenar caballos.
En el ámbito local, podemos ver que incluso entrenadores del mismo deporte, del mismo centro ecuestre, entrenan al caballo de modo diferente.
Siendo estos modos tan heterogéneos en todo el mundo y en cada lugar cabe destacar la gran nobleza del caballo para aceptar tanta manera particular de pedirle las cosas. Yo creo firmemente que es la propia nobleza del caballo uno de los factores que permite la existencia de tantas “técnicas” de entrenamiento injustificables, caprichosas e infructuosas.
Las respectivas diferencias entre razas caballares evidentemente facilitan la introducción de cada raza a su deporte. Pero paralelamente esta el plano cotidiano, practico, diario y cercano en el que se producen las primeras frustraciones y fracasos, producto de que algunos caballos se resisten a los métodos estandarizados de entrenamiento.
Es así como encontramos que incluso en los mejores criaderos de cualquier parte del mundo hay caballos que no aceptan participar del deporte que los esperaba desde antes de nacer. Un caballo puede hacerse experto en decir “no acepto mi trabajo” antes de aprender la letra A de su deporte.
Hasta este punto nos encontramos mirando la forma humana de enfrentar al caballo y la forma humana de razonar y “enseñar”, siendo que el caballo posee una manera propia, única, precisa y prácticamente perfecta de aprender, comunicarse y trabajar.
Cuando tratamos de interpretar o enseñar a un caballo bajo nuestra forma de pensar y actuar estamos dejando un margen demasiado grande al azar, por que le estamos hablando en un idioma y comportamiento extraño, el comportamiento humano.
Mientras el modo más eficiente, concreto y rápido que se puede adoptar para enseñar al caballo es dejando de lado nuestra propia forma de actuar y aprender la forma que ellos actúan.
Se pueden lograr sorprendentes avances y progresos en su entrenamiento si aprendemos mas sobre como ellos hacen las cosas de forma natural.
Desde el punto de vista físico una de las áreas interesantes a conocer para un entrenador es la biomecánica del caballo, esta nos enseña lo que sucede con cada parte del caballo cuando esta siendo trabajado, ya sea bien (fortaleciendo su cuerpo) o mal (dañando el cuerpo del caballo).
Es increíble la cantidad de errores que podemos cometer los entrenadores si ignoramos completamente la biomecánica del caballo, una de las primeras acciones de entrenamiento consecuentes con la biomecánica es la famosa “reunión” del caballo, fase en que va empleando correctamente su dorso, patas, cuello, espacio torácico y mucho, mucho más.
Pero nuevamente el área menos tangible, menos visible es la mente del caballo, aunque la ciencia ya tiene construida una buena base de sustentación para facilitar el entrenamiento, aun son pocos los entrenadores que trabajan con alta precisión en la comunicación con sus caballos, en cualquier país.
La ciencia ha creado ciertas ramas que estudian la conducta del caballo como la Etologia Equina, ésta genera valiosa información que facilita el trabajo de los entrenadores especialistas en conducta del caballo.
Al entrenar un caballo con alta eficiencia en la comunicación, no se hace otra cosa que lograr alta eficiencia en la sincronización, que es el fin de todo binomio. Pero es bastante lo que se requiere saber, interpretar y aplicar para trabajar a un nivel de “sintonía fina” con el caballo, pero es un esfuerzo que bien vale la pena.