No obstante, la capacidad genética suele aparecer como el factor de mayor atractivo para los propietarios.
Generalmente, los pedigree y los linajes ofrecen una fascinación que cautiva al criador, pues encuentra en estos temas un campo más fácil de estudios y dominio por sobre los relacionados con cálculos nutricionales, normas sanitarias y esquemas de manejo, los cuales exigen bases biológicas y una experiencia de observación. El principio es: el producto de un buen padrillo en una madre seleccionada para él nos dará un buen animal. La mayor preocupacion reside en la compra de animales de buen pedigree, con buena campaña y, luego, el estudio hipológico para definir los "nicks" o afinidades de cruzamiento.
Todas estas preocupaciones con relación al potencial genético son importantes y hasta decisivas para el éxito de la cría. Pero en lo que divergimos es en su ubicación. La probabilidad de lograr un buen animal partiendo exclusivamente de la capacidad genética es extremadamente baja. Ya desde la gestación los cuidados nutricionales son importantes, como lo serán también todos los estadios del crecimiento y el desarrollo.
Un animal nutrido correctamente tendrá mayor posibilidad de manifestar su potencial genético. Por otro lado, un animal mal nutrido, con potencial genético fantástico, tendrá bloqueada la manifestación de esos caracteres y se nivelará por lo bajo.
Lo mismo ocurrirá con relación a la sanidad y al manejo. Un animal protegido con una sanidad profiláctica adecuada —vacunas, vermífugos, etc— llevará una vida sin sobresaltos aprovechando mejor la nutrición y pudiendo potencializar su capacidad genética. En tanto que la falta de principios sanitarios bloqueará igualmente la manifestación genética.
Teniendo una nutrición y una sanidad correctas, el manejo pasa a ser fundamental.