Lo de los nombres es interesante, es muy común encontrar como los nombres hacen sentido en la vida de todos, incluídos los caballos. Por muchos años en las páginas editoriales de El Tiempo, la columna de Pangloss (Antonio Panesso Robledo) incluía en la parte final una pregunta: ¿Qué hay en un Nombre? y desarrollaba curiosas coincidencias de nombres con circunstancias y características de sus portadores.
Para empezar busco que los nombres no representen algo negativo de origen humano, doy un ejemplo: Talibán, no lo usaría, el nombre claro, aunque admiro el caballo que lo lleva, es un nombre sonoro que se oye bien, pero Talibán es el nombre de cierta milicia integrista musulmana, muy cuestionada por sus prácticas guerreras, y por que en su régimen, en Afganistán, se perpetraron constantes violaciones de los derechos humanos. Por la misma razón no pondría un caballo con el nombre Hitler, Pinochet, etc. Un amigo iba a poner un potro con el nombre de Mercenario, le comenté que la actividad mercenaria carece de dignidad humana, y desistió de usarlo.
La violencia de la naturaleza sería cosa distinta, los nombres que representan fenómenos violentos de la naturaleza parecen caerle muy bien a los caballos: Terremoto, Huracán, Tormenta, Relámpago, Rayo, Tornado, etc. No todos, por supuesto, Aguacero no le vendría bien a ninguno y menos si se llega a cumplir.
Los nombres de la mitología me parecen bonitos: Patroclo, Penélope, Eritreo, Ulises, etc.
Ah, no me gustan nombres que sean comunes para personas. Tuvimos a Diana de Estambul, que le quedaba bien, pero no fue colocado por nosotros. Usamos si nombres de personajes, pero que no sean comunes, por ejemplo Dalí, un pintor famosísimo, Frida, otra pintora. Etc.
También usamos nombres relacionados con sucesos relevantes del día de nacimiento: un hijo de Hermano Sol que nació el día de un aguacero espantoso que produjo un arroyo, lo pusimos Sol del Arroyo.
Carlos Mejía