Autor Tema: HISTORIA DE LOS ARREOS, EL FRENO, LA SILLA ETC.  (Leído 9787 veces)

Desconectado SUSCABALLOS 2017

  • Administrator
  • Hero Member
  • *****
  • Mensajes: 2766
HISTORIA DE LOS ARREOS, EL FRENO, LA SILLA ETC.
« : Septiembre 20, 2006, 09:13:54 am »
Cuando el hombre descubrió la forma de manejar el caballo, dejó de depender de la crin del animal y dio comienzo no sólo a la historia de la equitación sino también a la de los arreos
 

Al principio los arreos se limitaban a un bocado solamente, es decir una simple correa atada a la mandíbula inferior ( recurso por lo de más, aún utilizado hoy en día.) Mucho más tarde apareció la silla, luego las espuelas, los estribos y las Herraduras

Como sucede con la indumentaria o el moblaje, un tipo de arreo puede limitarse a una determinada región o bien puede ser común a muchos países en éste último caso se tendrán las inevitables diferencias de *****.
 

El FRENO: Los griegos al atribuirle su invento a Poseidón que lo necesitó para domar a Arión, el primer caballo por él creado, no hacer más que probar su antigüedad de este arnés.

Dejando de un lado este antecedente mitológico , de la simple correa atada a la quijada, el bocado como se dijo al principio, se paso a la barra transversal o embocadura, que se aseguraba a la boca del animal por medio de la cabezada, más tarde Jenofontes hace la diferencia entre freno y bridón.
 

Aunque usual y universalmente conocido, no siempre era colocado cuando se cabalgaba y los romanos para citar un caso, solían hasta quitárselo a las cabalgaduras cuando en los campos de batallas las lanzaban a la carga.

Si bien la embocadura complicadas eran conocidas también por los egipcios, se aceptó con preferencia el bridón, que era articulado en el medio y durante los primero siglos del Medioevo fue lo habitual.
 

Mientras tanto comienza el uso de las armaduras de guerra lo cual aumenta el peso que deben desplazar los caballos ( en general de la raza de los pesados) Ardeneses, Burloneses, Lombardos, Percherones, únicos ejemplares capaces de andar sobre cargados con todas las herramientas que vestía el jinete y la que le cubría a ellos.

Para manejar las cabalgaduras en estas condiciones se necesitaba un arnés que trasmitiese con mayor violencia la voluntad del jinete, sobre todo teniendo en cuenta que algunas de las razas nombradas, siendo del tipo linfático, se caracterizaban por cierta lentitud de movimientos. En el momento de los frenos con piernas de casi 45 centímetros de largo y espuelas de más de 60.

Luego ocurre a la inversa: el empleo de las armas de fuego obliga a aligerar la cabalgadura y al jinete de todo el acero que estaba resultando inútil, a tiempo que se le exige al caballo movimientos más rápidos y mayor velocidad en su desplazamiento.
 

La escuela de equitación que estaba naciendo resuelve este problema: repasan los arreos reformándolos o bien ideando otros más racionales. Pignatelli, que se encuentra dentro de los actores de estos cambios, tomó la iniciativa de quitarle al freno todo el peso que le parecía excesivo. Pluvinel al llevar el freno de su maestro a Francia, lo aligeró aún más y La Guériniere lo reduce hasta donde fue posible.

En fin, no hubo maestro de equitación que no contribuyese con su propio aporte, sea reformando, sea creando su propio tipo de arnés de acuerdo a los siempre nuevos problemas. Se tiene así, una interminable colección de piernas y puentes donde la fantasía de los maestros pudo desahogarse en increíbles combinaciones de formas y tamaños de ruedas, ganchos, cadenas y otras chuchearías para la embocadura, en fin de las cuales era también de evitar el endurecimiento de la boca del animal. Todo ello vuelve a simplificarse más y más durante el siglo XVIII hasta acabarse nuevamente al simple bridón o freno de barra ligeramente curvadas como el Weymount o Pelma, más fuerte y sensible al mismo tiempo y que es una combinación de los dos tipos citados.
 

El Bridón, cuando no se usa solo, es un refuerzo del freno y pasa en tal caso a llamarse Filete, mientras a su vez el freno toma el nombre de Bridón, En esta combinación el filete resulta un instrumento harto delicado par los que no montan con maestría ya que puede lastimarse la boca del animal.

LA SILLA: Por antigüedad la silla sigue al freno, si por silla se quiere entender la piel del animal o una alfombra echada sobre el lomo de la cabalgadura como se acostumbraba. Los chinos de hace más de 3.000 años usaban monturas y en general los pueblos de Asia, mientras griegos y romanos todavía cabalgaban en pelo, tanto que entre éstos era común una enfermedad entre las piernas de los jinetes provocada por el roce de la carne con el pelo del animal.
 

De todos modos la alfombra o la almohada colocada sobre lomo del animal, da inicio a la evolución de este arnés que, entre los arreos, fue la más transformación sufrió.

La silla llegó al mundo occidental desde Persia por la vía obligada de Grecia. Los Persas, a decir de Jenofontes, usaban más colchas sobre sus cabalgaduras que en su mismo lecho, contrariamente a los griegos que apenas cubrían al animal. Los jinetes romanos hacia el fin del Imperio contaban ya con un tipo bastante acabado de silla de puesto que poseía también arzones.

Desde entonces la silla se convierte en un arnés indispensable tanto más en cuanto que la caballería adquiere mayor importancia en la guerra.

El cuerpo a cuerpo a caballo, el poder de las lanzas aumentado por el animal lanzado a galope, los encontronazos, obligaron a construir sillas resistentes y de altos borrenes.

Durante el Medioevo aumentaron sus proporciones porque debían no solamente sostener al jinete sino también evitar a todo trance que se cayera, pues una ves que éste se hallase desarzonado el peso de la coraza que le cubría le imposibilitaría subirse a caballo otra vez. Se construyeron sillas de justa que se cerraban como un anillo alrededor de la cintura del caballero. El borrén delantero alto y amplio defendía el abdomen de todo golpe; el de atrás era de menos altura porque solía quedar debajo del faldón trasero de la armadura.

Esta es la época en que también los caballeros se hallan cubiertos por pesadas caparazones de acero y a veces hasta con perneras articuladas. Poco a poco la caparazón reduce sus proporciones hasta transformarse en una combinación de fajas de cuero labrado y cinchas puramente decorativas.

Está de más decir que todos estos arreos eran autenticas obras de arte del género y sus artífices no tenían menos fama que cualquiera de los pintores y escultores más renombrados y, a la par que otros fabricantes formaban poderosas corporaciones.

Cuando la indumentaria defensiva del jinete se hizo más liviana, la silla disminuyó en consecuencia de proporción a tiempo los maestros de equitación se preocuparon en crear nuevos tipos de monturas cada uno con los detalles más adecuados a los principios que enseñaban en su escuela.

Fueron los borrenes los que sufrieron las más sensibles modificaciones. Los italianos inventan el pomo de la silla. Notables reformas se deben a los ingleses que son los que en mayor grado contribuyen a darle características más modernas.

Como el resto de los arneses, también la silla cuanto más se acerca a nuestro tiempo más simple y liviana se hace, y las actuales, inclusive las militares se parecen mucho entre sí.

Son con excepción a tantas simplicidad las sillas de los pastores a caballo, porque éstos, obligados a cabalgar días enteros, deben hallar el modo de estar montados con la mayor comodidad. Y la profusión de guarniciones no es nada más que orgullo de hermosear los instrumentos de trabajo.

LAS ESPUELAS: La primera espuela fue un aguijón de material duro que el hombre se ató al talón y hasta el siglo XII seguirá siendo una punta que cambiará muy poco de forma y de vez en cuando se hará apenas más larga.
 

Época hubo en que se usó una espuela solamente. Alrededor del siglo XIV aparece la roseta giratoria. Cuando los jinetes vestían de hierro de la cabeza a los pies, las piernas casi inmovilizadas por la coraza, necesitaron de espuelas bien largas para poder picar al animal. En consecuencia se usaron artefactos con pichuelos de más de 65 cms de longitud o con rosetas de diámetros inverosímiles.

De los avíos del jinete, la espuela era lo más importante y como el resto de los arneses, llegó a hacer una pequeña obra de arte donde los damasquinados y los esmaltes eran realizados por los armeros más famosos de Alemania y de Italia.

Cuando el jinete se aligeraba de las corazas, el acicate vuelve a tener proporciones más razonables y con el aparecer de las botas de montar el arnés, usado hasta entonces en el talón es subido al contrafuerte del calzado.

Durante la Caballería la espuela fue un distintivo más apreciado de los cinco llamados de “gran honor” que distinguían al caballero. Éste la tenía de oro, su escudero de plata. Quitársela delante de alguien era una señal de homenaje.

Al principio del Medioevo, cuando los eclesiásticos montaban a caballo y peleaban también, tenían desde luego, el derecho de llevar espuelas, hasta que el año 800 en Francia, Ludovico el piadoso se lo quitó, como quitó también el uso en las iglesias.

Carlos de Anjou para conmemorar su victoria de Benevento contra Manfredo, instituyó en Nápoles la Orden de la Espuela, mas esta condecoración duró dos siglos apenas. La Orden de la Espuela de Oro, aquella misma que recibirían Giacomo Casanova y el niño Woltango Mozart fue creada en 1500 por el Papado.

LOS ESTRIBOS: De todos los artefactos para la equitación el estribo fue lo que más se tardó en utilizar. Para subir al caballo los romanos se valían de las piedras militares colocadas a los costados de las entradas. Aunque se las conocía en Asia desde hacía mucho, todavía el siglo XII habían guerreros en Occidente que tenían una muesca o bien una estanquilla soldada al pie de la lanza donde apoyar el pie para saltar al caballo, lo que se hacía del lado derecho del animal. La costumbre de montar al caballo por la derecha, radica en que los guerreros usaban la espada por el lado izquierdo y esto le impedía montarse por ese lado, aún hoy en día la costumbre sigue en boga, apesar que ahora no se usan las espadas.
 

Algunos pretendieron ver los estribos más antiguos en los usados por Mauricio, emperador romano de Oriente, del siglo VI, otros en los encontrados en la tumba de la feroz reina Brunequiloa muerta alrededor de esa misma época atada a la cola de un caballo.

Desde el primitivo anillo hecho con la misma correa que colgaba de la silla se pasó a los ricos cordones, luego al simple anillo de hierro, hasta que nuevos problemas y los caprichos de los artesanos lograron verdaderas creaciones.

HERRADURAS: El origen de las herraduras es muy vago. Antiguamente había quien usaba el hiposándalo, es decir una especie de suela de bronce atada al casco del caballo. Los japoneses aún hoy usan ese modo de defender el casco de los equinos empleando cuerdas de paja.
 

En los museos se conservan herraduras que usaron galos, germanos, británicos y otros pueblos nórdicos. Uno de los tipos de herraduras usadas por los árabes era una panchuela que defendía toda la base del casco.

En General, sin embargo, se comprendió bastante tarde la importancia que tenía la herradura para el pie del caballo, y lo demuestra el hecho de que solamente en la época de los normandos se impuso de manera definitiva
PAUTE CON NOSOTROS
www.suscaballos.com
3113745903