Apreciados Foristas,
Quiero recordarles algo muy sencillo pero importante a la vez.
Les cuento que este fin de semana, después de mucho tiempo sin poder montar por ocupaciones varias, ensillé de afán para alcanzar a dar una vuelta antes de regresar a Bogotá. Noté a la yegua con algunas picadas (al parecer de abeja), pero al cepillarla no presentaba molestia ni dolor por lo cual no le paré bolas. Por afanado y confiado no la tornié como se debería y monté enseguida ya que venía una llovizna y no quería perderme la montada por nada en el mundo.
Apenas monté, la yegua se apretó bastante y trató de levantarse un poco, la quebré hacia un lado y trató nuevamente de levantarse, por lo cual al forzarla para salir se levantó y yo al intentar quebrarla halé fuertemente de la rienda, con la sorpresa que se reventó la punta de esta (la parte de cuero que recubre la argolla que va al alzafreno), y al suelo. Afortunadamente la cosa no pasó de Advil y pomada, pero si hubiera sido un animal realmente bravo el cuento sería otro.
Disculpen el ladrillo, pero por favor ¡REVISEN SUS APEROS!, por un pinche rienda terminé en el suelo y con la espalda y el orgullo maltrecho!
Saludos,
Juan Manuel López