Autor Tema: ME REVIENTAN LOS CABALLOS ( I HATE HORSES (SPEAK OUT))  (Leído 1308 veces)

Ornitoptero

  • Visitante
ME REVIENTAN LOS CABALLOS ( I HATE HORSES (SPEAK OUT))
« : Octubre 13, 2007, 10:57:06 am »
No apto para los alergicos a largas lecturas y para los que solo buscan hablar de cual es mejor que cual... A los poquitos no autodeclarados inhábiles...que se lo gocen...

ME REVIENTAN LOS CABALLOS

En el transcurso de una malgastada existencia como naturalista, he derrochado, sin lamentalo, tiempo, dinero y afecto en mapaches, zorras, hurones, llamas, leopardos, osos, halcones, cuervos, culebras, tortugas, perros, gatos, e incluso otras bestias todavía  más raras. Asimismo, desde mi infancia, y siempre lamentándolo mucho, he tenido que  cargar con caballos en diversas ocasiones, ya fuese voluntaria o involuntariamente. Para hablar con toda franqueza, luzgo a los caballos tan atractivos como los cuervos, más delicados que un colibrí, menos eficaces que una bicicleta y mucho más costosos que una amante.
Al verse ante una pesebre, el caballos es un animal capaz de ponerse a comer hasta reventar. El caballo que se ha acalorado, se entregará al trago (de agua, por supuesto) hasta perder los cascos. Estos solípedos son muy diestros cuando se trata de envenenarse a si mismos; muestran un singular instinto para descubrir toda clase de hierbas tóxicas (que otros animales más inteligentes saben evitar), así como un apetito insaciable para devorarlas. Los caballos tienen además un sistema nervioso demasiado sensible; son los más exitables entre todos los animales domésticos. Si se incendia el establo, no sólo se empeñan en permanecer en él, sino que, cuando se les hace salir, se zafan del cabestro y vuelven a la cuadra, firmemente resueltos a asarse vivos. Un ratoncito, un pedazo de papel que pase revoloteando, una correa suelta, una piedra de forma caprichosa, una carretilla, una lata vacía de cerveza, o el mero reflejo de una luz, bastará para hacer perder totalmente la chaveta a un caballo. Sin embargo, ese misma bestia enorme y pusilánime, que se encabrita a la vista de la envoltura de un bombón tirada en el suelo, será muy capaz, en un violento acceso paranoico, de volverse contra algún hombre para darle una tarascada o tullirlo a coces.
Aparte del daño que los caballos se causan a sí mismos por simple estupidez, o cobardía, estas bestias tienden a contraer una variedad de enfermedades verdaderamente pasmosa. He aquí una breve relación de esos males: sobrehueso, esparaván, callos, respigón, afta, cólicos, estreñimiento, uremia, huélfago, tos, resfriado, urticarias, fiebres, dentera, encefalitis, letárgica, furúnculos, úlceras craneales, inflamación de los corvejones… y, ni menos ni más grave, cruz fistular. Me he referido a algunas de esas afecciones en los términos propios de la jerga caballar. Si al lector le diera por hacerse de un caballo, cualquier veterinario podrá traducírselos a la parla ordinaria, a la vez que le presentará una extraordinaria cuenta.
Hasta donde yo sé, los caballos son también los únicos animales que se contagian de locura con la misma naturalidad con que otros atrapan un resfriado. Por ejemplo entre ellos tenemos a los “oscilantes”, rocines que van haciendo eses de un lado a otro de la cuadra, hora tras hora y día tras día. Estos oscilantes, precisamente por serlo, tienen un apetito gigantesco, pero es raro que sirvan para montura, pues han agotado todas sus energías en la práctica de su manía. Y esto del meneo es algo contagioso. Si alguno de los caballos del establo es oscilante, poco tardarán los demás en adoptar la constumbre, y el establo acabará asemejándose a la sala de ensayos del Ballet Bolshoi.
Consideremos tambien a los xilófagos, los jacos dados a chupar, masticar y roer inacabablemente los bordes del pesebre, de la puerta de la caballeriza o de otras piezas de madera. Los xilófagos se acaban la dentadura y se llenan de astillas el estómago. Asimismo tenemos a los “aspiradores”, que se pasan la vida echando hacia atrás la cabeza para aspirar enormes bocanadas de aire, cosa que les provoca úlceras y cólicos.
Por último existe un gran número de caballos que padecen dificultades en extremo individuales y caprichosas. Los hay que hacen un berrinche de los gordos si, en el momento de limpiarlos, no se les cepilla el flanco derecho antes que el izquierdo. Caballos hay también que detestan a las mujeres. Y cierto rocín que yo conozco no puede vivir si no hay un pato en su cuadra; sé igualmenten de otros que se niega a beber un trago de agua a menos que el asa del cubo esté vuelta hacia él. Estoy cierto de que  el famoso siquiatra Krafft-Ebing habría encontrado bastante más divertido tratar caballos que pacientes humanos.
En vista de los quebrantos que puede sufrir un caballo, y que sufre por lo general, no es de maravillar que nuestra primera consideración al adquirir una de estas bestias sea encontrar un animal “seguro”. No es fácil por lo siguiente: 1) Los caballos son, como ya hemos visto por todo lo anterior, inseguros por naturaleza. 2) Los vendedores de rocines disponen de tantos medios para disimular los defectos de un caballos, como defectos tienen los caballos mismos. Son muchas las triquiñuelas que se practican en el comercio caballar. Algunas son de reciente invención, como por ejemplo el empleo de tranquilizantes para mejorar, siquiera sea temporalmente, los modales de un rocín maniático. Otras son yaviejas. Un remedio de curandero asegura que el enfisema equino se puede curar en un día o dos con solo echar un poco de petróleo en la oreja izquierda del caballo. Hay tratantes a quienes se les puede identificar fácilmente por el revelador aroma a petróleo que despiden, así como es posible identificar a los compradores avezados por la costumbre que tienen de olerle la oreja izquierda al jamelgo en venta.

De los tres jacos con quienes actualmente comparto mis bienes, mis ingresos y mi teimpo, uno es un caballo careto, de cara blanca, castrado, de nombre Gobernador, remotamente emparentado con alguna estirpe nobre de animales de tiro o silla. Claro está que, como suelen hacer casi todos los caballos, tambien el infla el vientre cuando se le ensilla, para que no le apriete la cincha despues. Con todo, jamás cocea, rara vez muerde y, si la persona que lo cabalga es fuerte de brazos y de voluntad férrea, Gobernador se conduce bastante bien durante una hora, poco más o menos.
Tenemos también un parde yeguas de montar, madre e hija. Cuando las compramos, la única falta visible la hallamos en Rosita, la yegua madre, y era una larga cicatriz que tenía en la cara interna de uno de los cuartos traseros. Esta cicatriz es resultado de una vieja herida sufrida en un accidente equino bastante común. Rosita había metido la pata en una cerca de alambre de púas. Siendo caballo, y no alguna criatura más lista, en vez de retirar la pata, insistió en derribar la cerca…intentona que terminó con el desgarramiento de una arteria.
Las dos yeguas, al igual que Gobernador, estaban “bien domadas”, según nos dijeron, lo que quiere decir que con un poco de precaución y otro poco de marrullería y persistencia, es posible cabalgarlos con bastante comodidad y sin gran peligro. Y en ese caso, así fue, en efecto. Tambien es cierto que Rosita es capaz de acabarlo a uno a mordizcos, mientras uno se esfuerza en ensillarla, si no se la sujeta firmemente del freno. A Bertita, la hija es difícil echarle el lazo cuando corre por el campo, y muestra gran afición a vagar por allí, comiendo tréboles y aspirando la brisa. Debo decir, además, que la aterrorizan las ventiscas, los medidores del gas, los perros moteados y cierto letrero amarillo de la cercana carretera, que dice: Curva.
Pero nos damos por satisfechos. Cuando pensamos en las pésimas mañas que suelen tener los caballos, tan ligeras imperfecciones apenas son dignas de mención. (Bil Gilbert. Agosto 1968, The Saturday evening post)

Desconectado Juan Sebastián Cadavid V.

  • Sr. Member
  • ****
  • Mensajes: 409
    • Email
Re: ME REVIENTAN LOS CABALLOS ( I HATE HORSES (SPEAK OUT))
« Respuesta #1 : Octubre 13, 2007, 05:19:54 pm »
Yo quieo saber el porque de esta lectura.
No sé como tomarla. Pero sí tengo una apreciación, el caballo no padecería lo que padece de no ser por el hombre; cabe preguntarse quien es la bestia en la relación.
Juan Sebastián Cadavid V.

Ornitoptero

  • Visitante
Re: ME REVIENTAN LOS CABALLOS ( I HATE HORSES (SPEAK OUT))
« Respuesta #2 : Octubre 13, 2007, 07:49:41 pm »
Apreciado jusebas85. Imagínese una hamburguesa convertida literatura... listo? ya?, bueno, pues esto es la antítesis de la comida rápida literaria. Tal vez por eso no la ha podido digerir bien. Mejor sigamos hablando de caballos.

Desconectado blas

  • Hero Member
  • *****
  • Mensajes: 861
Re: ME REVIENTAN LOS CABALLOS ( I HATE HORSES (SPEAK OUT))
« Respuesta #3 : Octubre 14, 2007, 10:13:10 am »
Simpático el artículo, "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia"
Blas Diaz Giordanelli