Amigos caballistas
Me he detenido a reflexionar y reconozco que muchas veces me he excedido un poco en mis apreciaciones, por eso quiero hacer un alto en mi camino y respetuosamente pedir disculpas a las personas que con mis palabras pueden haberse sentido ofendidas, tenemos la excusa de que los caballos son pasión, pero, los demás son el rostro de Dios caminando entre nosotros, hoy reconozco que al pasar los años comprendemos que pasados los 50 el tiempo que nos queda es mucho menos que el tiempo ya vivido, por lo tanto la vida se empieza a sentir de una forma diferente, se quiere llenar el día de cosas positivas, se empieza a ver con claridad que es lo que realmente se quiere y aquello que definitivamente no se desea, pero que se acepta porque las elementales leyes del respeto así lo exigen.
En ese orden de ideas sé que no quiero malgastar mi tiempo en mediocridades, me aburre soberanamente el desfile de egos mega inflados, me molesta la gente oportunista y despiadada que hace un festín de la desgracia ajena, me desagrada la gente envidiosa que cree que puede pasar impunemente sobre los demás, aquellos que solo les importa sus propias ganancias sin importar desacreditar a otros para apropiarse de sus logros y quedarse mezquinamente con sus éxitos, pero aunque no me guste y no lo comparta, he comprendido que es como se mueve el mundo y media humanidad funciona así y tengo que aceptarlo.
No quiero malgastar mi tiempo tras quimeras. El tiempo que me queda es poco, no quiero pasarlo tontamente discutiendo sobre títulos y egos, prefiero llegar al fondo y sentido de las cosas, en mis cavilaciones solitarias sin importar no estar de acuerdo con los demás, pero evitando lastimar sus egos. No deseo llenar mis horas con los remilgos de personas que, a pesar de sus años, no han aprendido a vivir y solo quieren llamar la atención, sobre sus vidas vacías pero llenas de nimiedades, por eso no quiero pasar tiempo donde solo se rinde pleitesía a los ricos y poderosos, no quiero ser testigo de las luchas intestinas que se dan por lograr reconocimientos, cargos directivos y llegar a ser el jefe para tener poder y mandar en detrimento de los humildes, pero es como funcional el mundo y mi voz no lograra cambiarlo, entonces mejor será callarme.
Hoy acepto que tengo algo de prisa por deshacerme de tanta vanidad y cosas superfluas que abundan en mi vida y que llegué a considerar importantes. Hoy reconozco mi error y quiero reparar en algo mi torpeza al querer corregir y clarificar las cosas, cuando la mayoría prefiere vivir en la obscuridad sin cuestionarse. Deseo rodearme de gente humana de verdad, no solo de apariencia, con el valor de aceptar y asumir sus errores y defectos, con la humildad necesaria para no dejarse inflar por sus triunfos ni decepcionarse por sus fracasos. En la vida se pierde o se gana, aunque no todo es blanco o negro sino un caleidoscopio de colores que muchos no alcanzan a ver jamas aunque brille ante sus ojos.
Finalmente, quiero rodearme de personas que no teman ponerse del lado de los humildes y los marginados, no por vanidad sino por sincera solidaridad, hay demasiada necesidad en el mundo y muy poca voluntad para servir. Por eso deseo estar al lado de los generosos de corazón, sencillos y humildes sin pretensiones, gente que sienta el dolor de la gente, que se preocupe por ellos sin más ambiciones. Humanos verdaderos, los que no lo son lo entenderán. Pronto el tiempo cambiara, el mundo será un lugar diferente, es mejor estar en paz con el universo, sea cual sea la idea de Dios es bueno tener paz en el alma, aceptar las diferencias con los demás y estar en armonía con la naturaleza.
Señores hoy no hablamos de caballos, sino de hombres que aman los caballos, he parodiado el titulo del gran sabio Sabato, qepd, pero creo que valía la pena hacerlo porque la vida puede empezar o terminar mañana. Mis disculpas sinceras si los he ofendido, no es mi intención ser juez de nadie, solo fui una voz que pedía a la conciencia claridad sin otras pretensiones.
Sinceramente
CENTAURO95
"No puede ser que estemos aquí para no ser" J Cortázar