En el galope como que no hay consenso. Siempre miro los galoperos con inquietud, cuando me creo con capacidad para calificar un buen o mal galope, encuentro un concepto de alguien que respeto, que opina lo contrario, y quedo perdido.
La suavidad estaría por encima de todo, el romaneo es antiestético, eso lo tengo claro, la ejecución de las manos define la elegancia, el cambio de manos en los giros mediría la calidad del adiestramiento. Pero las patas serían más de la mitad, y ahí esta el problema. Cuando logré diferenciar a los galoperos que se impulsan con las dos patas, que ambas alcanzan a estar levantadas del piso en un instante, y que las meten con profundidad, de los galoperos que con su tren posterior parecen estar dando un paso, tomé como cierto que los primeros eran mejores que los segundos.
Y veo a Ramazoti, que buen trochador y su galope muy bonito y suave, su tren posterior parece avanzar con pasos y no con saltos, y le entiendo a Josemap que ese sería el prototipo del galope. ¡Y me volví a perder!
Carlos Mejía