Autor Tema: Por qué Herrar o no un Caballo  (Leído 2838 veces)

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Por qué Herrar o no un Caballo
« : Julio 27, 2010, 03:30:44 pm »
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FECHA DE PUBLICACIÓN:  27/07/2010
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AUTOR:  Edward Daniel Calle Torres. Medico Veterinario y Zootecnista, Mg, Especialista en claudicaciones y Herrador Profesional
"Herrar o no herrar", el eterno dilema del propietario de caballos que se encuentra en la ambivalencia del concepto de "Ser o no Ser", presionado día a día por las tradiciones, teorías y practicas, actuales y de antaño, que se dicen y contradicen, dependiendo de la conveniencia o no de dicha labor. La verdad es que el herrar un caballo depende de las necesidades de cada disciplina atlética o de trabajo a la cual se dedica el equino. No es posible o comparar un caballo de una disciplina altamente exigente en cuanto a la cantidad y calidad de ejercicio, con un caballo de trabajo leve o alterno, o con un caballo en potrero permanente o en estado salvaje; sus exigencias son totalmente diferentes y son directamente proporcionales a su practica en si.
Si pasamos a analizar el por qué debemos herrar un caballo, siempre estará la contraparte que dirá porque no herrarlo, con unos conceptos validos, mas no aplicables a todos los caballos. Por ejemplo; siempre se argumentará que el caballo en estado salvaje no tiene herraduras, pero también es cierto que este mismo caballo no se monta, no conoce de silla, rienda, aperos de cabeza, jinete o montador; y como es apenas lógico, la cantidad de ejercicio es regulada por sus necesidades alimentarías o de presión por parte de los predadores, deducible entonces, que este caballo no tendrá una fricción fuerte y constante sobre la capa cornea del casco, por lo que el desgaste de la misma será mínimo. De otro lado, un caballo que se monta una vez al mes difícilmente desgastará su capa cornea que ha crecido durante ese mismo mes, o los caballos que son montados en temporada, su crecimiento ha sido de tal magnitud, que alcanzará a trabajar unas dos semanas a un ritmo suave antes de alcanzar a desgastar la capa cornea protectora y se pueda ocasionar daño sobre las estructuras internas del casco. Igual le sucede al caballo que se prepara para no usar herraduras, dejándole crecer en forma exagerada el casco, llegando a alcanzar el doble de la medida normal, lógicamente no llegara a desgastar dicha capa en una temporada de trabajo o en trabajo alterno suave, sin embargo los efectos secundarios para la vida atlética, de hobby y/o trabajo, son graves y limitantes. Podemos mencionar también el argumento de que al ponerle la herradura al caballo vamos a modificar sus movimientos, una verdad a medias, debido a que todo herrado debe ser realizado de acuerdo a la biomecánica de los movimientos  de cada disciplina atlética, buscando la mayor ventaja mecánica para cada disciplina en sí.
Básicamente estos son los argumentos que se esgrimen para no herrar los caballos, exhibiendo unos cascos dañados y enfermos "supuestamente" a causa de las herraduras, pero que en realidad son dados por malas practicas al momento de herrar,  negligencia en el herrado, o lo peor, a causa de una mala practica deportiva dirigida por los interesados en el caballo (propietario, entrenador, montado y herrador, lógicamente debe incluirse el veterinario). Es decir, que generalmente son casos patológicos y no por una práctica sana y de protección, objetivo prioritario al practicar el herrado de un caballo.
Para poder llegar a la conclusión de si un caballo debe ser herrado o no, debemos analizar las diferentes disciplinas científicas que hacen parte de la cotidianeidad del arte y ciencia del herrado, entre otras tenemos: Anatomía del casco y del pie; fisiología del casco; biomecánica del movimiento del caballo en sus diferentes modalidades atléticas; física. Adicionalmente, debemos tener presente la frecuencia, el tiempo y la intensidad del trabajo; además del terreno, la preparación atlética, el desgaste de la capa cornea, y las posibles patología del pie.
El casco es una estructura cornea con diferentes cantidades de humedad, lo que le confiere varios grados de dureza, la ranilla, mas blanda, la humedad es de aproximadamente el 45%, en la palma es de mas o menos un 37% y en la muralla o pared - mas dura - es de un 25%;  porcentajes que varían de acuerdo a las condiciones medio ambientales y/o  de confinamiento. Dicha capa cornea se encarga de proteger estructuras muy sensibles (Fig. 1), que si son sometidas a un roce continuo o a una presión medianamente fuerte, pueden restringirle la capacidad para realizar la rutina de ejercicio normal.

 
Fig. 1. Imagen del casco con su estructura interna, zonas de crecimiento y partes sensibles, así como, del estuche corneo protector.

La capa cornea, por ser de menor densidad que la superficie contra la cual se efectúa el rozamiento, tiene una tendencia marcada a desgastarse rápidamente, y esta tendencia esta dada por la cantidad y frecuencia del ejercicio, como se mencionó anteriormente, a la cual esta siendo sometido el caballo, así como, de la superficie sobre la que se trabaja y de la cantidad de capa cornea acumulada durante el crecimiento del casco. Recordemos que el casco de un caballo de talla promedio debe crecer entre 6 y 10 mm por mes, y parte de este crecimiento, especialmente en la región de la palma es exfoliado, es decir, es retirado en capas por el mismo sistema de crecimiento del casco; la zona de protección del casco, entonces, dependerá de la cantidad de capa cornea (tapa y palma) que pueda acumular el caballo para contrarrestar la perdida de la misma por el roce durante el ejercicio que se pueda realizar en una temporada de trabajo o deporte.
El caballo soporta su peso en la unión laminar dermo - epidérmica y por medio de esta unión, es trasmitido a la parte mas densa del casco, la muralla o pared, convirtiéndose en la zona mas agredida por el roce y la contusión continua del casco al realizar los movimientos de despegue, avance, carga, apoyo y propulsión; cuando esta superficie de carga se ve disminuida en su sustancia, se compromete la zona de la palma, cuya función es la de dar protección, mas no de dar apoyo, esto debido a que tiene menor espesor y menor densidad, lo que la hace mas vulnerable.

 
Fig. 2. En la imagen de la izquierda se observa un corte transversal de un casco mostrando la zona de adherencia dermo-epidérmica; al centro la zona de la dermis laminar; en la imagen de la derecha se observa la capa cornea del casco y las laminas epidérmicas.

Se diría entonces, que es necesario dejar crecer el casco, de tal forma que el desgaste sufrido por el roce continuo durante las jornadas de trabajo, no alcance a desgastar la capa cornea y así el caballo no tenga que sufrir ningún tipo de daño; sin embargo, dejar crecer el casco en forma exagerada interfiere con la biomecánica del movimiento y con la función fisiológica y de amortiguación de algunas partes del pie; por ejemplo, se vera aumentada la distancia del brazo de resistencia de la palanca disminuyendo sustancialmente la ventaja mecánica de sus palancas; disminuirá en frecuencia y aumentara en amplitud su tranco; tendrá mayor peso al final de la palanca, lo que lo hará mas lento y pesado (menos ágil); obtendrá una presión adicional sobre la corona del casco por lo que sufrirá de hematomas continuos, de abscesos y/o heridas en dicha zona. El flexor digital profundo estará demasiado tenso y hará demasiada presión sobre
 
Fig. 3. Arriba, las imágenes muestran diferentes caballos con crecimiento exagerado de sus cascos, obsérvese la tensión de los flexores, la presión sobre la corona y sobre el menudillo. Abajo a la izquierda  y al centro obsérvese la fisura transversal del casco ocasionada por presión sobre la corona, posterior formación de un hematoma y desenlace con absceso. Abajo a la derecha un casco largo sin recortar y el otro recién arreglado y herrado a la forma y tamaño natural del mismo
el hueso navicular (sesamoideo distal) generando fracturas, adherencias, inflamaciones lo que conlleva a un síndrome del navicular. El flexor digital superficial hará demasiada presión sobre los sesamoideos proximales y el aparato suspensor soportará constantemente una carga desequilibrada, lo que podrá generar una desmitis crónica de dicho ligamento, que generalmente conlleva a una artritis degenerativa del menudillo por exceso de carga y presión exagerada sobre las carillas articulares; no sin antes contar con el desmejoramiento del caballo en su ritmo atlético, así como, una menor calidad y expectativa de vida.
Debemos tener en cuenta la biomecánica del movimiento del caballo, ya sea durante un desplazamiento en el potrero o en estado salvaje, o durante un paseo, una jornada de trabajo atlético preparatorio, una competencia, o una jornada de hobby (cabalgata).
Si nos centramos en el movimiento y analizamos únicamente la fase de rozamiento contra la superficie del suelo, observamos lo siguiente: el caballo inicia su propulsión haciendo presión la superficie de rozamiento del casco (tapa) sobre la superficie a rozar (suelo) y efectuando un movimiento de desplazamiento hacia atrás de medial hacia lateral promoviendo el impulso del cuerpo hacia delante; esta presión es directamente proporcional al peso del caballo, a la velocidad que quiere imprimir y a la fuerza de propulsión que va a necesitar al momento de realizar el movimiento, lógicamente a mayor presión sobre las superficies de roce, mayor fricción y mayor desgaste de las partes en contacto; como el casco es de menor densidad que el suelo, tendrá una  mayor perdida de sustancia. El caballo realiza su propulsión, eleva el casco avanza y luego realiza el aterrizaje con la posterior carga y apoyo; el aterrizaje del casco se hace, la mayoría de las veces, en los caballos de casco pequeño y mediano en las pinzas, con un efecto de deslizamiento antes de depositar los talones; en los caballo de casco grande o pesados este movimiento se hace primero en los talones, efecto de deslizamiento hacia atrás y luego apoyo en una segunda fase de las pinzas o lumbres; cualquiera de las dos formas de apoyo llevaran al mismo efecto de carga, lógicamente con unas variables a nivel de las articulaciones y tendones, pero su efecto sobre el desplazamiento hacia adelante o sobre la carga será básicamente el mismo; posteriormente, realiza la carga y luego el apoyo para iniciar nuevamente la propulsión con su efecto de roce sobre la superficie cornea y el consabido desgaste de la misma. Este movimiento se efectúa constantemente durante la vida del caballo ya sea en confinamiento o en libertad, la excepción estaría dada en aquellos caballos que se encuentran confinados a una caja individual que restrinja su movimiento por completo.
 
 
Fig. 4. Arriba la secuencia muestra la forma en que despega el casco de un caballo liviano. Abajo la secuencia muestra la forma en que aterriza un casco de un caballo liviano. Obsérvese la forma en que el paso se realiza y la fricción que se ejerce sobre la superficie del suelo.
Pero no todos los caballos desgastan su casco a la misma velocidad, este desgaste  depende de muchas variables, dentro de las cuales tenemos: cantidad, frecuencia, calidad del trabajo o ejercicio, disciplina atlética, temporada de trabajo, frecuencia de tranco (número de batidas por minuto) y amplitud de tranco (distancia a recorrer en cada batida), densidad de la superficie sobre la cual se trabaja, carga que se transporta (peso total con montura y montador), carga que se tracciona.
 
Fig. 5. secuencia del aterrizaje de un casco de un caballo de tiro pesado
Por ejemplo, un caballo con una frecuencia de tranco promedio de 60 batidas por minuto con un trabajo de continuo de 30 minutos (1.800 batidas), tendrá un menor desgaste del casco por fricción que un caballo que se desplace a una frecuencia de tranco promedio de 90 batidas por minuto durante los mismos 30 minutos (2.700 batidas) y en igualdad de condiciones del terreno donde se trabaja. De la misma forma, este caballo de 90 batidas tendrá menor desgaste que aquel que se desplaza a una frecuencia de tranco por encima de las 400 batidas por minuto durante el mismo tiempo (12.000 batidas). Si a lo anterior le sumamos la frecuencia del trabajo, agregamos una variable mas, pues no es lo mismo el caballo de 90 batidas por minuto que trabaja una vez por semana, cuatro veces al mes (10.800 batidas) que el caballo de 400 batidas que trabaja 5 días de la semana, 20 días al mes (240.000 batidas). El caballo de paso Colombiano en sus cuatro modalidades tiene una frecuencia de tranco que sobrepasa las 600 batidas por minuto, trabaja 5 días a la semana durante un periodo de tiempo que oscila entre 20 y 45 minutos, tiene una suavidad de lomo que lo convierte en el  caballo de silla por excelencia, sus cascos son de tamaño mediano a pequeño, lo que le da una ventaja mecánica para realizar sus movimientos de forma armónica y sincronizada, pero todas estas mismas cualidades lo convierten en un ejemplar que se lesiona fácilmente (osteítis pedal, laminitis, abscesos del casco, hematomas subsolares, escarzas) al no estar herrado. Su frecuencia de tranco mas la variante del tiempo de ejercicio, hace que tenga un mayor índice de fricción y por lo tanto un mayor desgaste de la superficie cornea, que no se puede compensar con la velocidad de crecimiento del casco. El caballo que trabaja a este ritmo, desgasta su casco en un periodo de 3 a 5 días, dejando expuesta la zona sensible al roce y a la contusión directa.
Lo anterior, hace y obliga a herrar al caballo, con un solo objetivo, proteger el casco del desgaste por fricción y por contusión. Recordemos que el casco esta diseñado para proteger las estructuras internas sensibles al realizar jornadas de desplazamiento cortas, no para jornadas fuertes, largas y con una exigencia atlética alta; esta diseñado para rozar superficies blandas, praderas, arena, nieve; no para superficies ásperas y duras;  esta diseñado para soportar el peso del caballo en sí, mas no para soportar pesos adicionales como la montura y su montador, o para llevar carga o realizar tracción de carga. Por tal motivo, al cambiar el hábitat natural del caballo, así como, su régimen  de ejercicio cotidiano, estamos modificando el desgaste natural que recibe su casco, sometiéndolo a un estrés adicional, que de alguna manera aumenta dicho desgaste, dejando desprotegidas las estructuras internas.
FECHA DE PUBLICACIÓN:  27/07/2010
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AUTOR:  Edward Daniel Calle Torres. Medico Veterinario y Zootecnista, Mg, Especialista en claudicaciones y Herrador Profesional
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Criadero Livana
Cartagena-Col