La posición del cuerpo, la energía, y otras señales sin contacto físico pueden influir al caballo a cambiar incluso su equilibrio, preparado para moverse si se le indica. Si tu energía y foco se centran en los posteriores del caballo, él se moverá siguiendo ese sentimiento.
De hecho, ya estamos haciéndolo, para bien o para mal. Lo vemos en las competiciones en el que el jinete está nervioso y no puede hacer que su caballo se esté quieto (“pero si esto lo hace siempre bien en casa”). Lo vemos en todo tipo de espectáculos y competiciones (un rehuse, un mal movimiento, una desobediencia…). Claramente, nosotros ya estamos influenciando a nuestros caballos con lo que sale de dentro de nosotros. Entonces, ¿por qué no aprovechar esta sensibilidad a nuestro favor?
Está claro que podemos aprender rápido, responder de imediato, si así lo deseamos. Si las consecuencias negativas provocan miedo, el caballo se unirá rápidamente a nuestras ideas por temor. ¿Por qué no hacerlo más fácil?
“Este compañerismo que compartes con tu caballo debería ser un tema de colaboración” dice Bill. “ En cualquier relación, la condición ideal es donde ambas partes quieren las mismas cosa. Aunque probablemente, esa no es siempre la realidad, si se puede construir una relación en la que los dos estéis dispuestos a hacer cosas por el otro, y esa siempre será una buena relación.
“Mi mujer puede pedirme que corte el césped. Esto puede ser algo que no me apetece hacer, pero estoy dispuesto a hacerlo. Sin embargo, si ella me lo pidiera amenazándome con un palo, terminaría cortando el césped pero nuestra relación se deterioraría. Esta idea de una relación colaborativa no es diferente de lo que Ray Hunt o Tom Dorrance decían, pero si creo que es algo que la gente, la mayor parte del tiempo que está entre caballos, no tiene en cuenta.
Fuente: Eclectic Horseman
ABOUT AUTHOR
María Paños
MARÍA PAÑOS
Amazona especializada en doma natural
Licenciada en Ciencias Ambientales
Community Manager de Equisens